Niña nómada …

desde donde todo, agosto de 2020

Niña,
niña sin palabras,
de la arena sin aire del exilio
a la isla sin esperanza,
a la cuna de la pena y de la soledad
sin derecho a golosinas,
niña nómada de mirada aturdida y rota.

Tras el quicio de la puerta su vergüenza,
su desamparo y miedo desgarrador,
cabeza ladeada de pelo trasquilado,
desnutrida y desnuda de frágil cristal;
de noches oscuras y ojos profundos al pie de la cama,
… brillo de perlas de un incomprendido dolor …,
insomnio de la niña nómada.

Angustia de rabietas, lamento y llantos,
de creciente rebeldía
con su lengua contra el suelo,
donde el médico de puesto inmerecido;
de colas de indefensión … de fría y distante preocupación …,
de coraje y de sueños mancillados;
niña nómada sin papeles … ( risas ) … niña ilegal.

Y ante el desierto ahora de agua y mar,
la niña que no habla, atónita, exclama: ‘majaá’ … ‘majaá’ …,
y frente a la impaciencia la risa del chapoteo y la inmersión,
y el goce por la libertad del agua sin trabas bebida;
niña calma en el centelleo de luces de la noche errante,
arrodillada en silencio contra la ventanilla trasera en el deambular por la ciudad;
niña nómada de tesoro en su mochila azul.

Serena en su esfera íntima de hilos, creyones y garabatos de infinitos colores vivos,
de música de ‘Rebeldes’ y de ‘Bisbal’,
de ‘botis’, o ‘fotis’, sus muñecas, siempre ahí,
de tardes de inmensa gratitud,
de relucientes rizos negros, tez morena y blanca sonrisa;
niña sin palabras … de caricia suave y tierna con el simple roce de su piel,
niña nómada plácida,

traición de la naturaleza siempre cruel,
a quien la vida no ha de rogarle su perdón … ,
niña nómada plácida … sin conciencia del rencor.