Especie de espacios: carta a Juan Gopar
1ª Bienal de Canarias, noviembre de 2006
… sobre el espacio urbano: paisajes de encuentro* …
… Juan nos pide que plantemos unos árboles … “Arrecife necesita árboles y sombra … y lugares para los niños” … rincones que acojan su curiosidad … que arropen sus juegos, su imaginación, sus fantasías … sus risas …
… en Arrecife ya pasamos algún verano … lo recuerdo como un sitio de calles estrechas, de casas y plazas pequeñas; con un charco grande que no olía muy bien; con un castillo negro para el arte moderno; con barquitos al fondo; con un hotel, de pronto, metido en el mar, raro y grande, muy grande, que siempre se veía; con una playa donde sobraba mucho sitio, donde comprendimos eso de las mareas al verlas subir y luego pausadamente observarlas bajar y bajar; con un paseo largo, muy, muy largo, que parecía que siempre se perdía … lo recuerdo como un sitio extraño, como de paso, donde siempre teníamos que esperar …
… y Juan, hoy, nos pide que plantemos unos árboles …
… pero los árboles han de crecer … ¡a veces se ponen muy pesados! … y les tenemos que cuidar mucho; regar, abonar, podar, limpiar, y quitar los bichos … y las sombras tardarán …
… podemos colocarlos aquí y allá … asomando desde la esquina … velando el mar … en pequeños grupos … como de unos siete … distanciados para no perdernos y poder ir saltando, cuando crezcan, de sombra en sombra, como cuando juegas al parchís …
… podemos protegerlos mientras crecen y para no perder los sitios prepararlos para algo que haga falta … y hacer lo que hace Juan … podemos recoger aquello que se cae: usarlo para los árboles y dárselo a los niños …
… y en un despiste … en un pausado abrir y cerrar de ojos … los árboles crecerán … y esos niños crecerán … y las sombras también crecerán … y también los recuerdos … y en esos lugares, ahora de la memoria, de claroscuros, bajo el manto verde de ramas y de hojas donde ahora se entrelaza el sol y la luz, azocados de la brisa y del vacío, acunados por las risas de los que ahora son niños, descansaremos la curiosidad en ese espacio atrapado de sombras y de brillos, del rugir del mar en su empeño de ir y venir, de las huellas del viento, de las hojas y de los pies, del olor a verde y azul, en una fiesta constante de encuentros de tiempos y de sentir …
… probemos, Juan, plantando en la playa, allí donde se ven, a la salida de la esquina, siete árboles … donde la ola, ya mansa, no tenga aliento para llegar …
busquemos los más fuertes y resistentes … los que aguanten sin regar y ¡tanta sal! … y ¡tanto sol! … distanciados para que en breve, con el simple rocío, entrelacen ramas y copas … busquemos tablas y tablones olvidados, arrimados, desgastados … levantemos tapias y aleros … ¡que adelanten esa sombra anhelada! … y hagamos, también, con esas mismas tablas, bancos aquí y allá … de espaldas al calor y escondidos de las brisas … y siempre mirando el mar … ¡pinta Juan de colores esos lienzos! … como tu lo haces … pero, ¡no todos! … deja alguno para los niños … ¡que lo hagan ellos! … que cojan del suelo las tizas de todos los colores que debemos de buscar … que alegren sus manos y sus ropas … sus ojos, sus caras y sus risas … tizas que abonen los árboles … ¡sería fantástico! … ¡tizas que pinten y que abonen! … y así, poco a poco, aprehenderíamos la conciencia del lugar … y mientras, poco a poco, el sitio crecería, se transformaría … rincón del tiempo vivido … del recuerdo y de la memoria … y del espacio por vivir … paisaje del encuentro siempre compartido …
* (Paisajes de encuentro … precioso título de Pepe Sosa para el taller de Fuerteventura de la 1ª Bienal de Arquitectura y Paisaje de Canarias).