Salka, usuaria del centro de día Acamán, acaba de cumplir veintisiete años.
Feliz vive en ese su mundo de cascos y músicas que suenan todas a la vez; de creyones de fantástica madera, siempre brillantes; de rotuladores presentados en extraordinarios estuches transparentes cuyo inmaculado orden inicial es imposible de restablecer; de bolígrafos de punta fina y minas siempre desarmadas que acaban inagotablemente surgiendo de aquí y de allá; de trazos firmes, a veces incansables, que toman vida propia para explorar otros caminos … por la mesa, las camisetas, los pijamas, las sábanas, … y que terminan entrelazados en arabescos que maquillan sus dedos con tintas imposibles de lavar …
Salka tiene la inmensa suerte de vivir al margen; en un lugar privilegiado donde nuestras lógicas carecen afortunadamente de lógica; en las afueras de las afueras; en esos sitios soñados por el escritor que no escribe; en esa niebla de la invisibilidad eterna que todo artista intuyo anhela.
Detengámonos en éste su dibujo y repitamos el juego anterior.
Entrecerremos los ojos y ahondemos nuestra mirada.
Podríamos imaginar, quizás, que descansamos echados sobre un lecho de arena a la sombra de una bóveda hilada de colores infinitos por los que fluye la brisa con suavidad; abandonados a la nada de un nuevo amanecer; adormilados bajo el sereno fluir de las sombras y los destellos de la luz y del color; acunados por el alegre ir y venir de ‘gorriones, jilgueros, verderones, calandrias y algún raro pinzón azul' que el poeta, Luis Feria, anida, ahora, en los reflejos de nuestra piel.
' La inmersión en esos lugares de la ensoñación donde se destiñen los límites de lo real y de lo imaginado; errando a través de esos espacios intermedios de las resonancias y de la energía eterna que presuponen el tiempo detenido. Negando la realización; meditando entre unos; perdido plácidamente en ese contradictorio rincón de la superficie calma del agua siempre agitada donde nace el silencio y la soledad ... ' ... .
desde donde todo, 2017