Autorretrato en el espejo
Kassel, julio de 2007
Podría tratarse de una instantánea que alguien tomó en el momento que procedo a realizar una fotografía. Sin embargo, si nos fijamos con atención, observamos que el reloj lo porto en la mano derecha y normalmente lo llevamos en la izquierda. Y en la pantalla soy zurdo, tal como delata el dedo índice de la mano izquierda que se prepara para activar el obturador. Algo ocurre. Además podría resultar extraña la posición de la cámara, aunque explicable por los avances digitales que permiten alejar del ojo el visor cada vez más sofisticado. Podría ser un equívoco, un montaje, provocado deliberadamente para desorientarles. ¿Porqué no?. Pero es sobre todo la mirada al frente y la posición de los brazos, que parecen apartar la máquina buscando una pose centrada, los que, efectivamente, podrían delatar que se trata de la imagen reflejada en un espejo … ‘un autorretrato en el espejo’. ¿Porqué no? Pero entonces, ¿qué es lo real? ¿La persona que toma la fotografía? ¿La reflejada? ¿La que ustedes ahora perciben? ¿La propia acción del engaño? ¿Un autorretrato en el espejo? ¿La distancia entre quien toma la fotografía y lo que vemos? ¿La distancia entre ustedes y quien ahora les habla? ¿La duda? ¿La inquietud que nos produce la falta de referencias ciertas? ¿El espacio entre la persona retratada y el espejo? ¿La mirada fija y perdida? ¿El propio espejo? ¿La tensión entre todas esas distancias? ¿Entre el cuerpo y la cámara? ¿Entre el cuerpo y el espejo? ¿Entre el espejo y el fotógrafo? ¿Entre éste y el personaje retratado? ¿La secuencia infinita de planos y reflejos? ¿Lo que ahora nos cuestionamos y nos conmueve?
Lo real y lo imaginado se difuminan en un horizonte incierto, espacio intermedio, líquido, etéreo, que nos transfiere hacia otra dimensión más emotiva e intensa. La ambigüedad, provocadora, inmensamente reflexiva y creativa, entre el 1 de la ensoñación, de los deseos, de las capacidades magnificadas, y el 1 objetivo, palpable, de las limitaciones, de los condicionantes, de los imprevistos, de los aciertos que nos alegran y de los errores que nos desconciertan, nos avergüenzan y, tanto, nos enseñan. El fluir vital interminable de ideas y de cuestiones. La evocación del sentir.